by Emanuel Hernadez | 11 febrero, 2024 8:07 am
Provincia enfrenta a Nación en el terreno judicial, político y mediático. ¿Cómo imagina el Gobierno los próximos meses? ¿Hasta dónde hay margen para tensar la cuerda con la principal fuente de financiamiento del Estado riojano? Un escenario político inédito en el medio de una crisis económica con baja del consumo su peor expresión.
Es un lugar común decir que en la historia política provincial y nacional los hechos se repiten, que la agenda mediática es la misma reiterada en un loop interminable, y que a veces ni siquiera cambian los nombres de los protagonistas o solamente se modifica la vereda en el cual se paran.
Sin embargo, este 2024 se presenta inédito en muchos aspectos.
Desde el retorno de la democracia nunca habíamos presenciado que un Gobierno provincial confronte de manera mediática, política y hasta judicial con el Estado nacional como lo está haciendo la actual gestión del gobernador Ricardo Quintela.
Cuando se advierte esta anomalía política, es ineludible marcar la altísima dependencia de los recursos nacionales que tiene la Provincia. Un elemento que condicionó la relación de Menem con Alfonsín, de Maza con De la Rúa o de Casas con Macri. Todos mandatarios provinciales que eligieron un camino diferente al de Quintela al momento de convivir con otro signo político en la “Casa Rosada”.
Esta situación se complementa con un Gobierno nacional que claramente también es una alteración de todo lo que conocíamos en materia política y el derrotero de los últimos días durante el debate de la “Ley ómnibus” es un claro ejemplo de ello. Con un presidente que insulta en sus redes sociales a sus aliados en el Congreso días antes de votar y que profundiza el distanciamiento con las Provincias al eliminar los subsidios al transporte en el interior luego de perder la votación.
El Milei que se sienta en el sillón de Rivadavia es igual de virulento y extremo que el Milei candidato. En una lógica en la cual pareciera que el mandatario nacional y su equipo de Gobierno están convencidos que el modo de hacer política que los llevó a un amplio triunfo electoral en el ballotage es el mismo que les permitirá mantener legitimidad en la gestión.
¿Puede la Provincia convivir económicamente cuatro años con este distanciamiento con el Gobierno nacional?
Consultado para este comentario periodístico, un funcionario de diálogo diario con Ricardo Quintela expresó: “Nosotros no tenemos ganas de pelear, pero queremos que la Nación reoriente sus definiciones. No dieron respuesta a ninguno de los planteos que el Gobernador les hizo en diciembre pasado. Además, hay una posición ideológica de nuestro Gobierno que debe ser respetada porque fue votada por los riojanos en mayo pasado”.
Por su parte, en una mesa muy reducida pero con protagonistas todos significativos, un dirigente del peronismo riojano expresó hace unos días: “¿Lograron más que La Rioja aquellas provincias que hoy se muestran aliadas como Tucumán o Catamarca o fíjate lo que está pasando con el tema del transporte?”.
Sin embargo, otro integrante de la misma mesa insistió en un elemento central y crudo: “Sí, pero nosotros sin fondos nacionales no existimos, qué pasa si esta situación se extiende en el tiempo”.
Todo ello ocurre en medio de un verano que económicamente es de los peores en varias décadas. Solamente por mencionar algunos datos: el Centro Comercial expresó esta semana en “Riojavirtual Radio” que el consumo en enero cayó un 30%, el sector turístico riojano tuvo reservas un 45% por debajo del mismo mes hace un año, la obra pública nacional está paralizada y el salario promedio de un empleado público provincial tuvo una pérdida de poder adquisitivo en relación a la inflación por encima del 80% en el año 2023.
Quizás el dato más elocuente y dramático se conocerá en las próximas horas: los riojanos compraron un 30% menos en medicamentos en enero que en el mismo mes del año anterior. Y está claro que esa disminución en la cantidad de unidades farmacológicas no se relaciona con una súbita mejora del nivel de salud de la población provincial.
En ese contexto, todos los economistas (desde la extrema izquierda hasta el margen límite de la derecha) coinciden en la descripción negativa del escenario económico. En lo que no existe acuerdo es sobre quién es el responsable y esa disputa se traslada al escenario político/mediático.
En los próximos meses el gran debate será si lo realizado por la gestión del presidente Javier Milei era inevitable y es el paso previo ineludible para la construcción de un futuro mejor o si en realidad las medidas tomadas después del 10 de diciembre potenciaron exponencialmente los problemas que la economía ya tenía y hasta generaron algunos nuevos (el lector debe incluirme explícitamente en este último grupo).
Esa discusión sobre la atribución de responsabilidades enmarcará toda la disputa que se viene, porque la imagen pública del presidente y del Gobernador estarán condicionadas por si logran convencer o no al electorado de quién tiene la culpa de que vivamos peor.
Hace unas semanas el periodista Ignacio Fidanza escribió: “Estamos entonces ante un piso de cristal que se llama tolerancia social. Auscultar la solidez de ese vidrio debería ser una prioridad cotidiana del Gobierno, mientras intenta avanzar con su programa”.
No hay que confundirse, ese piso de cristal que menciona el colega se aplica a todo el sistema político. No hay margen social ni económico para vacaciones inexplicables, nuevas subas del combustible o más pérdida del poder adquisitivo. Es un cristal muy fino y que lleva varios años resquebrajándose.
En las últimas semanas los periodistas que tienen acceso directo al presidente de la Nación mencionan mucho en sus publicaciones la teoría de los juegos y especialmente el de la gallina. Esa teoría lúdica indica una competición en la cual dos vehículos viajan a gran velocidad y van a chocar de frente, pierde el conductor que se desvía antes por temor a la colisión, quedando como «un gallina o un cobarde”.
Los relatos del Gobierno provincial y de la Nación chocarán con las condiciones materiales de vida de cada uno de los riojanos y quien se imponga en esa batalla mediática y cultural será quien saldrá victorioso de esta pelea que parece ser a todo o nada, porque nadie dobla y la colisión por ahora es inevitable.
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