El organismo que nuclea a cámaras vitivinícolas y bodegas de todo el país dijo que es positiva la desburocratización de muchas normas que eliminó Nación pero alertó sobre la necesidad de mantener controles claves respecto a la trazabilidad del producto.
El Gobierno nacional derogó recientemente 973 normas del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) mediante la Resolución 37/2025 y la medida fue publicada el viernes pasado en el Boletín Oficial.
Ante esta medida, la industria vitivinícola argentina reaccionó con cautela pero con firmeza respecto de algunos puntos.
Mario González, titular de la Cámara Riojana de Productores Agropecuarios (CARPA) y presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), habló con Riojavirtual Radio sobre este proceso de desregulación del vino.
«La gran mayoría de las normas derogadas son totalmente antiguas, arcaicas, que era necesario corregir porque en la práctica no se utilizaban y que no tienen impacto de manera directa hacia el accionar normal de la vitivinicultura. Pero hay tres o cuatro puntos sobre los que estamos trabajando y que tienen que ver con la trazabilidad y la genuinidad del producto», afirmó.
González ahondó sobre la postura del sector y dijo que considerar positiva esta desregulación «no se trata de respaldar una decisión política sino de analizar concretamente cuál es el impacto». «En su gran mayoría, la desregulación es positiva pero hay tres o cuatro puntos que estamos analizando. Toda la industria vitivinícola tiene este mismo pensamiento», indicó.
El titular de la COVIAR se explayó luego sobre esos tres o cuatro puntos que preocupan al sector y que se vinculan con la trazabilidad del producto. Acá hay que recordar que la trazabilidad es la capacidad de rastrear un producto a través de todas las etapas de su cadena de suministro, desde su origen hasta su destino final, mediante el registro de datos clave en cada paso.
«Estos puntos sobre la trazabilidad y la genuinidad deben permitir que el vino argentino siga teniendo el prestigio que tiene en el mundo, que los consumidores puedan estar tranquilos sobre lo que están comprando y consumiendo y que el sector en general -es decir, todos los eslabones de la cadena, la producción primaria, las bodegas y la parte comercial- también tengan esa trazabilidad y puedan saber desde dónde viene y hacia donde va el producto», precisó.
González insistió en que «la preocupación de la industria vitivinícola está enfocada en la trazabilidad». «Está bien desburocratizar pero estamos en Argentina y no en Suiza, con lo cual para que todo el mundo haga correctamente las cosas hay un trecho por recorrer, tenemos que tener ciertos controles para tener garantías de que las cosas se hacen como se deben hacer y a eso se refieren estos tres o cuatro puntos que estamos estudiando», expuso.
Para el empresario vitivinícola, el nuevo escenario para la industria vitivinícola argentina «es una situación compleja». «Al no tener ciertos controles, se puede correr el riesgo de que se pueda incursionar en algunos fraudes que hagan que el volumen crezca a partir de esa falta de garantías de esa trazabilidad», aseguró.
En la misma línea sostuvo que «si no hay trazabilidad y control se pueden empezar a estirar volúmenes de cualquier otra forma o, por el contrario, diluir el vino a partir de una mayor graduación alcohólica». «Quizá producir mayor volumen de vino del que se debería producir normalmente, tiende a que el mercado esté sobresaturado y que los precios caigan. Hay que tener mucho cuidado con esto», advirtió.
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