El triunfo de Massa en la primera vuelta abre un nuevo escenario. El novedoso mapa de la oposición a nivel provincial. ¿Quién tocó su techo electoral? ¿Cómo se construye el voto por descarte? Por Mattías Meragelman.
A esta altura decir que las encuestas no predicen, que los analistas no interpretamos correctamente los humores sociales o que la Argentina es un país con una dinámica tan intensa como veloz, son lugares comunes (y obvios) que solamente alimentan todo lo antes dicho.
El triunfo de Sergio Massa no estaba en los planes de nadie y planteó un escenario de cara al ballotage del 19 de noviembre en donde todos los protagonistas están reacomodando fichas y lecturas políticas.
El peronismo riojano realizó una mejor elección en la primera vuelta que en las PASO. Logrando un objetivo que se habían planteado como prioridad: las dos senadurías por la mayoría. Pero también sorprendiendo al quedarse con la tercera banca de diputado nacional, la que todos los sondeos previos daban en poder de “Juntos por el Cambio” a través de Felipe Álvarez y terminó en manos de “Unión por la Patria” mediante Hilda Aguirre.
Ese triunfo se sustentó nuevamente en el interior provincial y en una mayor presencia del aparato del oficialismo en las semanas previas y el mismo día del comicio.
En ese sentido, no fue casual que en las horas posteriores al triunfo todo el espacio mantuviera el mismo discurso de la campaña: “Mesura, escuchar y seguir trabajando en el territorio cara a cara, esto no terminó”.
El gobernador Ricardo Quintela no habló con los medios en esa noche del domingo y desde ese día repite en público y en privado lo mismo: “No terminó nada, la clave es que Massa gane el 19”. Es por ello que los dirigentes del peronismo se tomarán unos días de descanso de la campaña para luego comenzar a insistir en el trabajo territorial, que creen fue la clave del resultado en la primera vuelta.
Más allá del triunfo en el total provincial de Sergio Massa, nuevamente Chilecito y la Capital le dieron la espalda al Justicialismo. Y pensando en los comicios que ocurrirán en tres semanas, pareciera que a esos votantes los están interpelando conceptos que “Unión por la Patria” no está terminando de leer.
Parado frente al mapa de las mesas de la zona Sur de la Capital y viendo que el morado de Milei se imponía en la amplia mayoría de ellas, un dirigente histórico del peronismo decía/gritaba: “Pagan por sus casas cuotas que están congeladas desde hace años y son viviendas que se las construyó el Estado, si fuera por el libre mercado que votan tendrían que pagar el equivalente a un alquiler que está por lo menos 40 veces el valor de la cuota”.
La respuesta a ese interrogante no es lineal como pasa en todos los procesos sociales, pero hay algunos indicios.
El primero es que la crisis de representación es mucho más profunda que lo avizorado por el oficialismo, y por momentos la bronca y el enojo pesan más que los argumentos políticos.
Un sector de la sociedad está muy enojado por el nivel de vida de una parte de la dirigencia que no se condice con sus ingresos y, además, el malestar se ahonda en estos tiempos por los constantes aumentos de precios de la mano del proceso inflacionario que provoca una pérdida de la calidad de vida de los ciudadanos.
Por otra parte, existe un concepto muy extendido: “Peor no podemos estar”. Esa idea surge de no visualizar los aspectos positivos de la presencia del Estado en la economía nacional y especialmente provincial.
El sistema de salud pública, la construcción de viviendas o la educación gratuita por citar tres ejes que son claramente puestos en duda en el discurso del candidato Javier Milei, no terminan de ser dimensionados por una parte de la comunidad que creen son derechos naturales y nadie se los va a quitar.
Mientras que en el caso de «Juntos por el Cambio La Rioja» no hay dudas que concretó la peor elección de los últimos años. Pero la clave es entender el resultado del domingo más como una película que como una foto.
En diciembre de 2019 este espacio tenía: dos senadores nacionales, dos diputados nacionales, 9 concejales y la intendencia de la principal ciudad de la Provincia. Ahora no tendrá ni diputados ni senadores nacionales, perdió la comuna y solamente contará con dos ediles propios en el Concejo Deliberante.
Sin dudas que el dato político de la semana fue el anuncio en “Riojavirtual” del senador nacional Julio Martínez de dejar la vida política/electoral, en una determinación que abre un nuevo escenario a partir de que la oposición pierde a quien fue su principal referente en las últimas dos décadas.
¿Quién ocupará el lugar de Julio Martínez? ¿Felipe Álvarez sigue siendo parte del mismo espacio? ¿Cuál será el futuro político de la intendenta Inés Brizuela y Doria después del 10 de diciembre? ¿Cuán real es la posibilidad de que Gerardo Morales sea parte de un potencial gobierno de unidad nacional de Sergio Massa (y por ende abriendo nuevas líneas de llegada a la Casa Rosada para el radicalismo riojano)?
La oposición podrá marcar muchas responsabilidades ajenas y que son reales: la falta de recursos que enfrentó la Municipalidad o la traición política de algunos dirigentes, pero si solamente analiza esos aspectos y no visualiza los errores propios que cometió no podrá reconectar con los votantes.
La mala gestión en el municipio de Capital, el fracaso económico a nivel nacional entre 2015 y 2019, la falta de renovación de algunos cuadros políticos, la ausencia de reacción ante el surgimiento de la “Libertad Avanza”, la soberbia política de una parte de su dirigencia y la incapacidad de ir unidos en el 2021, son algunos de los elementos que se pueden mencionar que los fueron forzando hasta dejarlos en este escenario actual.
La historia no terminó y la reconstrucción política del radicalismo y del sector del Pro que no apoyará a Javier Milei comenzará a jugarse en las semanas que faltan hasta el ballotage. ¿Qué hará el sector de Guillermo Galván y Luciana De León?
Por estas horas, en los ambientes políticos se debate mucho sobre el impacto de los acuerdos de cúpulas para inducir el voto de quienes no votaron a Massa o Milei en la primera vuelta.
Y en ese sentido está claro que no existirá una relación directa entre lo que diga un referente y la totalidad de los votantes de su espacio, pero tampoco se puede negar que en una elección en donde cada voto que se suma es uno que se resta del rival y con un escenario a priori parejo, existen votantes referenciados en sus dirigentes y no se los puede despreciar.
En este contexto estamos claramente ante un escenario de “voto por descarte”.
El ballotage es un mano a mano donde el voto en blanco se vuelve inocuo y se podría definir como un “Juego de suma cero”: todo lo que suma uno lo pierde el otro.
Hoy para más de un tercio del electorado que conforma el padrón no hay opciones electorales en esta segunda vuelta que los convenzan, que los motive a votarlos. Entonces eligen por descarte, lo que entienden como “lo menos malo”.
Y en una sociedad tan enojada e irascible como la que estamos viviendo, serán días de mucha volatilidad, en la cual cada acción terminará provocando adhesiones más surgidas desde el espanto que por el convencimiento.
El desconcertante momento que protagonizó el candidato presidencial Javier Milei en la televisión nacional esta semana, la falta de combustible de las últimas horas, el proyecto de la no responsabilidad paternal de los libertarios, el yate de Insaurralde o la incoherencia de realizar un acuerdo político con la persona que acusaste de poner bombas en jardines de infantes, son parte de la dinámica del momento.Todo sumará y restará. Serán semanas en donde cada sector deberá moverse con pie de plomo en un camino de fango, buscando resbalar lo menos posible.Comenzó otro partido.
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