El triunfo de Milei abre un escenario disruptivo. ¿Ya hay contactos de la provincia con la nueva administración? La segunda gestión del gobernador será muy diferente a la primera y en las próximas semanas se empezará a notar. ¿Cómo reaccionará la sociedad cuando disminuya la presencia del Estado?
El triunfo de la “Libertad Avanza” abre un escenario inédito en la historia de la democracia argentina. Como afirmó el propio presidente electo esta semana, es el primer mandatario elegido por los argentinos anunciando en la campaña que realizará un ajuste del gasto.
En una provincia en donde nueve de cada diez pesos llegan desde el Estado nacional, el escenario que se genera es disruptivo, altera el orden que conocíamos hasta ahora y plantea una realidad diferente a la que vivimos en estos últimos años. Milei planteó que no se va a emitir más dinero desde el 10 de diciembre y que se aplicará un déficit cero. ¿Dónde quedará parada La Rioja en este nuevo esquema económico?
Dentro del maremoto de dudas que genera el esquema político actual y por ende este texto, hay una clara certeza: a La Rioja llegarán menos recursos nacionales en los próximos años.
Lo dijo el propio presidente electo en una de las notas que brindó la semana posterior a su triunfo electoral: “Vamos a hacer un muy fuerte ajuste fiscal para llegar directamente al déficit financiero cero, lo que significa que la deuda no crece más, que vamos a ser solventes inter temporalmente y que vamos a pagar la deuda. Después del 10 de diciembre no se emite un peso más, se gasta lo que se tiene”.
Eso provocará que algunos de los ejes de la gestión que tuvo hasta ahora Ricardo Quintela serán difíciles de continuar luego del 10 de diciembre.
La política de obras públicas, la construcción de viviendas por parte del Estado, el subsidio al transporte y a la energía o los pases a planta permanente de los trabajadores precarizados, son medidas que implican una ampliación del gasto público. Algo que va en contra del modelo de país que los argentinos elegimos el pasado domingo y que a partir de los anuncios del presidente Milei no tendrá financiamiento nacional. “Todo lo que pueda estar en manos del sector privado estará en manos del sector privado”, aseveró.
¿Tiene la Provincia cómo generar recursos propios ante este nuevo escenario o un mercado privado que cubrirá aquellos espacios donde el Estado se retire?
Esta semana alguien preguntó por la posibilidad de privatizar alguna de las 40 empresas estatales, pero la suma total del valor del mercado de esos emprendimientos comerciales no llega al 10% del presupuesto anual de la Provincia. Es decir, sería una solución de muy corto plazo para inyectar dinero en las arcas riojanas y la cantidad de recursos que provocaría no cambiaría la ecuación de funcionamiento del Estado.
La otra opción es avanzar con la política minera y seguir apostando al desarrollo del litio, pero en ese caso las rentabilidades y regalías no se verían en un corto plazo, sino que recién llegarían dentro de un par de años.
Y quizás allí se instale una realidad que no será para nada sencilla: habrá que achicar el gasto del Estado. ¿Cómo hacerlo? ¿En qué sectores y con qué costo político y social?
Sin dudas que la Provincia responsabilizará a la Nación por la llegada de menos fondos, mientras que la gestión de la «Libertad Avanza» y sus representantes en la Provincia plantearán que el problema estará en la mala administración de los recursos que aseguran existe en la gestión quintelista.
¿A quién le creerá la sociedad y especialmente a quién responsabilizará si su calidad de vida disminuye ante una retracción de la presencia del Estado?
Esta semana Ricardo Quintela tuvo su primer contacto con quien será el próximo ministro del Interior, Guillermo Francos. De ese diálogo no trascendieron detalles, aunque el raid mediático del presidente electo dejó algunas certezas: la nueva administración no eliminará la coparticipación, pero si el envío de fondos discrecionales a la Provincia.
¿Los fondos extras son parte de lo que la nueva administración denomina como discrecionales o su presencia en el presupuesto nacional desde hace 20 años es una garantía de continuidad? Para tomar dimensión de su importancia, los fondos extras son el equivalente a tres meses de los recursos enviados dentro de la coparticipación nacional.
Es por ello que sobre la mesa de trabajo del Gobernador ya hay varias ideas de cómo gastar menos. Una de las principales es una reducción del plantel de funcionarios, pensando en la posibilidad de una disminución del gasto pero también en tener un gesto hacia una sociedad que en La Rioja eligió ampliamente a Milei como su presidente.
Un fenómeno tan complejo como la llegada de los “Libertarios” al poder es tan amplio y tiene tantos causales, que no alcanza la extensión de este comentario para analizar todas sus raíces. Sin embargo, es tentador pensar que el primer paso es que la clase dirigente que gobernó el país los últimos años haga un reconocimiento de sus propios errores que llevaron al arribo al poder de un dirigente que hace cuatro años no era conocido por más del uno por ciento de la población.
El problema de la inflación no fue solucionado por las últimas gestiones presidenciales y millones de argentinos vimos mes a mes perder calidad de vida de la mano de los aumentos de precios. Heladera mata relato y el domingo pasado quedó claro al abrir las urnas.
La palabra “casta” que logró instalar Milei sintoniza con un enojo muy específico dentro de amplios sectores sociales. Muchos integrantes del poder político tienen niveles de vida que no son justificables por sus ingresos declarados y entonces para el riojano promedio la casta no es un concepto abstracto, tiene nombre, apellido y camionetas.
Por otra parte, la conformación del nuevo Gobierno muestra la aparición dentro del próximo gabinete de varios integrantes históricos de la “casta”. Entonces quizás en ese caso ya no hablemos solamente de ese concepto sino que deberemos incorporar el elemento del “anti peronismo” como otro vector a considerar de una parte del motivo del voto.
También se debe analizar que una gran parte de la sociedad no cree que se pueda estar peor. En ese sentido, la construcción de viviendas sociales, la salud o la educación pública en todos sus niveles y aún con sus carencias, son vividos como derechos naturalizados y por ende no se valorizan, porque se creen imposibles de sacar a la sociedad.
En este punto tenemos una responsabilidad directa los medios de comunicación. Hace años que se machaca sobre los aspectos negativos del país y se instala en el imaginario colectivo la sensación de que “vivimos en un país de mierda”.
Esa construcción de sentido común no es gratuita, genera que millones de argentinos no valoren aspectos positivos que sí tiene el país y que siempre tengamos presentes solamente los negativos (que no se puede negar que existen y son significativos). No todos los países del mundo tienen universidad gratuita, un Estado que entrega viviendas y las cobra con cuotas muy por debajo del precio de mercado o tampoco es tan normal alrededor del planeta ir a un Hospital y que no te cobren. Esos logros que tenemos como Nación no están en la agenda mediática en la misma dimensión que los datos negativos del país.
Los argentinos votamos libre mercado, elegimos una Argentina en la cual el Gobierno electo por el 55% cree que el Estado no debe regular la economía. Ahora veremos su implementación y eso genera una gran duda en una provincia en donde la presencia de los recursos estatales atraviesa desde la casa más humilde en donde se usa el boleto estudiantil gratuito para que los chicos vayan a la escuela hasta en la vivienda más cara del country en donde vive el proveedor del Estado que se auto percibe emprendedor autónomo.
Hay un dato muy concreto que ocurrirá en las próximas semanas. Las tarifas de luz y de transporte, que están en manos de dos empresas estatales, están congeladas hasta el 31 de diciembre. Pero con una disminución de los subsidios nacionales, más el proceso inflacionario y con menos recursos del Estado provincial, tendrán aumentos en sus valores. Es decir, que miles de riojanos deberán pagar más para consumir la energía eléctrica o viajar en «Riojabus».
¿A quién le echaremos la culpa? ¿Hacia quién direccionarán su enojo los votantes? ¿Y ahora qué pasará?
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