El conjunto alemán hizo historia: se consagró campeón de clubes de Europa al ganar todos los partidos del torneo. En la final venció en un gran partido al PSG con un cabezazo de Coman.
Uno de los axiomas del fútbol moderno es que en los clubes más grandes e históricos de Europa no solamente importa ganar. No es que los resultados no sean determinantes y las varas de rendimiento permanezcan bajas pero el estilo realmente tiene un rol protagónico. La lupa también está puesta en la forma en que se gana.
A clubes como Barcelona, Real Madrid, Liverpool, Manchester United o Juventus se les exige que los éxitos sean consecuencia de ciertos valores históricos y con la mayor fidelidad posible a esa identidad sostenida en el tiempo.
A Hans-Dieter Flick, por ejemplo, nadie tuvo que explicarle cómo debía jugar el FC Bayern München, qué significa la expresión bávara Mia San Mia, o qué necesitaba el equipo para recuperar la imagen de Rekordmeister del fútbol alemán, levemente deslucida en el arranque de una temporada que culmina de manera inmejorable: campeón de la Bundesliga, Copa Alemana y UEFA Champions League, tras superar 1-0 al PSG. El segundo Triplete en la historia de la entidad muniquesa.
Hansi Flick no será Beckenbauer, Gerd Müller, Rummenigge, Lothar Matthäus o Phillip Lahm, pero jugó más de 100 partidos con la camiseta del Bayern y ganó cuatro veces la liga alemana como futbolista.
Comprendía perfectamente cuál era el legado perdido y los valores que su club debía recuperar en una campaña que empezó muy irregular bajo las órdenes de Niko Kovac. El DT croata, que en la temporada anterior había ganado la liga y la copa, había obtenido solo 5 victorias en las primeras 10 jornadas y fue despedido tras caer 5-1 en casa del Eintracht Frankfurt.
Aunque más allá de los resultados, había notables fisuras en los engranajes de su sistema y solo quedaban espasmos de la filosofía arrolladora del club.
A Flick lo designaron entrenador interino. Su experiencia como DT era mínima. Tras iniciar como técnico en clubes del ascenso germano, se hizo asistente de Trapattoni y Matthäus. Luego coordinó un tiempo el proyecto del Red Bull Salzburg y finalmente, en 2006, se unió al cuerpo técnico de la selección alemana.
Trabajó siempre a la sombra de Joachim Löw pero su papel fue fundamental para alzar el trofeo en Brasil 2014. Su función en Die Mannschaft consistía en coordinar la estrategia y táctica de un equipo que también logró el subcampeonato en la Eurocopa 2008, el tercer lugar del Mundial 2010, y llegó a semifinales en la Euro 2012 antes de convertirse en campeones del mundo.
Su debut en el Bayern Múnich lo hizo con un 2-0 ante el Olympiakos pero a nivel liguero fue, nada más y nada menos, que en un Der Klassiker ante el Borussia Dortmund. Deslumbró al imponerse 4-0 en el Allianz Arena.
Los Bávaros, que llegaron a ocupar la séptima plaza de la tabla de posiciones, rápidamente mostraron síntomas que siete meses después los han llevado a ser los reyes de Europa: presión asfixiante, una construcción del juego más fluida, letalidad de afuera hacia adentro y el esplendor de sus principales referentes.
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