Cuatro años juntos en Napoli marcaron para siempre la vida del brasileño; por qué el ex delantero necesita estar frente a la tumba de su “hermano”.
Llegaba un nieto a la familia y el nombre estaba definido: se iba a llamar Antônio, como el abuelo. Pero al abuelo se le ocurrió algo que puso en consideración de la familia. ¿Por qué no Diego Antônio? Antônio de Oliveira Filho, Careca para todos, aceptó la derrota en la votación puertas adentro. Casi como una tierna venganza del destino, ese nieto es zurdo y habilidoso. Diego Maradona vivía y conoció la historia, incluso el brasileño alguna vez le envió unas fotos. “Ese no es tu nieto, ese es mi nieto”, fue la chispeante respuesta. Se hicieron muy amigos. Muy. “Hermanos”, corrige amablemente Careca durante la charla. “Sólo nos faltó una transfusión de sangre”, agrega.
Careca nació en octubre de 1960, como Maradona. Es del 5, llegó 25 días antes que Diego. Tiene algunas camisetas del argentino, y una en especial, a bastones celestes y blancos, que no duda de ponerse. ‘Para Antonio, con cariño…’, se deja ver en fibrón negro. Cree que la última vez que hablaron por teléfono fue a principios de 2019. Recuerda una charla muy breve, recuerda que alguien no le permitía utilizar mucho tiempo el celular a Maradona. En varias oportunidades, la opción era comunicarse con Claudia para tener novedades. Otras, hablaban Claudia y Fátima, la esposa de Careca, compañeras de tantos días en la Nápoles que convulsionaban sus maridos.
Hay una despedida pendiente. “Todavía no he estado en Buenos Aires después de la muerte de Diego, pero quiero ir lo más pronto posible para visitar su tumba y dejar allí algunas flores en su honor. Extraño mucho a Diego, por la persona que era y por lo bien que siempre trató a mi familia. Nuestras familias estaban siempre juntas. Claudia, Dalma, Gianinna… Repito, quiero ir a Buenos Aires, a su tumba, pero estoy seguro de que Diego sabe que estuve y estaré siempre muy agradecido por todo lo que él representó en mi vida. Él se fue ya hace más de un año, pero sigo muy triste y todavía lo siento presente en mi vida”, cuenta con congoja indisimulable. Algo de agobio, también.
Estuvieron juntos por primera vez un día cualquiera de 1986. Bueno, si se trató de Maradona y del año ‘86 no pudo ser un día más. Fue en París, en la entrega de premios de la FIFA por el reciente Mundial; Diego había sido el mejor y Careca, el Botín de Plata, apenas un gol detrás del inglés Gary Lineker. “Me preguntó casi entre susurros si me gustaría jugar en el fútbol italiano, en Napoli… Sorprendido, yo ni supe qué decirle…” Algunos meses más tarde, Napoli le pagaba 3,5 millones de dólares a San Pablo por Antônio de Oliveira Filho, récord entonces para un brasileño.
Pero hubo una noche en la que Careca no pegó un ojo y se fue sin dormir a su primera práctica en Nápoli… con Maradona. “El plantel ya había comenzado la pretemporada, en el Norte de Italia. Diego tenía permiso para sumarse un poco después. Llegó un fin de semana y se apareció el domingo por mi departamento. Me dio un fuerte abrazo, me comentó que estaba a mi disposición y de mi familia, y me dijo, no me olvido: ‘Te va a ir bien, lo sé’. El lunes empezamos a entrenarnos juntos en Lóbrega, el predio del Napoli. Así, por cuatro años. Estoy muy orgulloso de haber sido parte de la vida de Diego”.
-Usted pasó de San Pablo a Napoli en 1987 porque pesó su opinión. Lo buscaban otros clubes…
-Cuando estaba por decidir mi futuro apareció la propuesta del Napoli y la acepté por Diego. Era un sueño. Rechacé a Real Madrid por estar con él. El equipo venía de ganar su primer scudetto, y no me podía privar de ese placer.
-¿Era un gran desafío jugar con Maradona, había que estar a la altura de su genialidad?
-Claro, era un gran desafío jugar con Diego. Él era un fenómeno, un genio, un adelantado, y para jugar con él era necesario tener calidad técnica e inteligencia para entender sus jugadas e intentar acompañarlo. Diego pensaba todo antes que los demás, y ejecutaba sus jugadas siempre con velocidad. Uno tenía que ser listo y estar preparado para todo. Para Diego todo en la cancha era muy fácil, muy simple. A los otros nos costaba más, entonces yo entrenaba mucho y trataba de conocerlo cada día mejor para saber lo que podría hacer.
Llegaron al Mundial de Italia como campeones con Napoli de la temporada 1989/90, el segundo scudetto en la historia del club Partenopei. Pero ahora se trataría de otra camiseta. La Argentina defendía el título de México ‘86 y Brasil, con el pragmático Sebastião Lazaroni como entrenador, contaba con Dunga, Alemao, Branco, Taffarel, Romario, Bebeto, Renato Gaucho, Aldair, Müller… Brasil arrolló en la primera rueda y la selección de Bilardo pasó entre remiendos, por eso se encontraron en los octavos de final. La historia la conocen todos y la firmó Claudio Caniggia. De las tres pelotas en los postes de ‘Goyco’, una fue de Careca. Tenía 29 años y ya no habría más mundiales para él. “Fue al otro lado, me abrazó y trató de consolar. Ese era Diego también”, recuerda. Vaya si Maradona habrá chicaneado y bromeado con los brasileños, pero esa tarde en el estadio Delle Alpi de Turín se enfundó en la casaca canarinha. Era la de su amigo. Su hermano, perdón.
Careca avanza sobre la dimensión humana de Maradona. “Tenía un corazón enorme, era especial. Con la honestidad y la transparencia de amar al prójimo. No tengo palabras. Era un líder muy preocupado por los demás, pero por todos los demás. Luchaba por el que no jugaba, por el que iba al banco, por el utilero y por el masajista. Estaba pendiente de que todos cobraran su sueldo…, era especial. Fue un pecado la forma en la que perdimos a Diego. Un pecado cómo nos dejó, pero ahora está descansando en paz. Tenía 60 años, muy joven para morir. En Brasil lo lloraron, mucho lo lloraron. Él estaba más allá de cualquier rivalidad. No va a existir otro como él.
-Pero también hubo otro Maradona. Polémico, confrontativo, los vínculos con la Camorra…
-Yo hablo del Maradona que conocí. Que Dios lo tenga en sus brazos, sólo tengo gratitud por él.
-Aunque usted siguió haciendo muchos goles -27 más-, ¿cómo fue jugar dos temporadas, de 1991 a 1993 en Napoli, ya sin Diego, sancionado por doping?
-No fue fácil jugar las temporadas de 91-93 en el Napoli sin Maradona. Teníamos a Gianfranco Zola, que estaba empezando a jugar en el primer equipo. Era un grandísimo jugador, pero no era Maradona. También llegó Daniel Fonseca, un jugador interesante, de mucha técnica. Pero no se los podía comparar con Maradona. Diego era el líder del equipo, por lo que hacía en la cancha, claro, pero también por su temperamento y su carácter. Tenía una determinación… Con Maradona en la cancha nosotros sabíamos que en cualquier momento podía decidir el partido con una jugada.
En las cuatro temporadas que compartieron, de 1987 a 1991, convirtieron 136 goles por todas las competencias: 68 Maradona y… 68. Careca. Increíble coincidencia. Juntos alzaron la Copa UEFA ‘89 y el scudetto y la Supercopa italiana 1990. “Pensemos lo que sería Diego jugando en el fútbol actual, con 25 o 26 años, con la edad de México ‘86. Nadie lo podría pagar, Maradona no tendría precio”, compara. Imagina. Resultaron determinantes para el único título internacional que está en las vitrinas de Napoli. El único, y ya pasaron más de tres décadas. Para la conquista de la Copa UEFA, Careca marcó tres goles en la serie contra Bayern Munich, por las semifinales, y otros dos a Stuttgart, en la final. Cinco gritos entre los cuatro juegos más trascendentes.
-Jugó con Maradona y alguna vez Diego dijo que usted fue su mejor compañero… ¿Dónde ubica a Messi en el contexto histórico del fútbol?
-Bueno, conviví cuatro años con Diego, jugando y entrenando a su lado, yendo a su casa, él viniendo a mi casa… Era espectacular en la cancha y, también, un líder muy respetado por todos. Messi es muy bueno, un gran goleador, tiene una calidad impresionante. Pero para mí, Diego está un peldaño arriba de él. Y no solo porque, en mi opinión, era más genial que Messi, sino también porque jugaba con más alma, era más vibrante, luchaba más, nunca se rendía antes que el partido acabara. Messi tiene una carrera brillante, pero para mí, Diego era Diego y siempre estará arriba de él. No me gusta mucho eso de comparar a jugadores de épocas diferentes, como Messi y Maradona o Maradona y Pelé. Cada uno ha sido fenomenal en su época. Pero la verdad es que Diego me sigue encantando y me encantará siempre. A veces me pongo a ver videos de Maradona en acción y sigue me asombrando ver lo grande que era.
-¿Qué tan cerca estuvo de jugar en Boca en 1996? ¿Qué faltó?
-Después de Napoli me fui un par de años a jugar a Japón, al Kashiwa Reysol. Diego y yo teníamos un plan en el ‘96: él jugaría unos meses conmigo en el Santos, con la 10, imagínense, quizás media temporada, y luego iríamos juntos para Boca y allí nos retiraríamos. Finalmente no fue posible, y eso ha sido una pena. Hubiese sido lindo terminar la carrera jugando al lado de Diego en Boca, porque él me hizo querer mucho a Boca y lo tengo también en mi corazón. Quiero mucho a Boca y también al pueblo argentino; ojalá que la Argentina pueda superar los momentos difíciles que está viviendo, así como Brasil, porque todos se merecen una vida digna y feliz. Diego me llamó para ir a Boca, hablamos, estuvimos cerca y no se pudo dar. Esa es una deuda que nos quedó con Diego.
-¿Le gusta el fútbol actual o ha perdido técnica?
-Trabajo en la Rádio Bandeirantes, pero no es que me guste mucho comentar los partidos… Tengo muchos amigos, especialmente en San Pablo, Santos y Guaraní, el club donde empecé a jugar, y ellos me piden que vaya a ver sus partidos. Para mí no es fácil mirar 90 minutos de partidos que no son buenos, y hoy hay muchos que son malos… ¡No es sencillo! [risas)]. Pero tengo muchos amigos en la radio y me gusta estar con ellos, así que esa es la razón por la que más vale la pena. Además, el Grupo Bandeirantes es muy fuerte en Brasil.
Careca trabaja desde hace unos meses como comentarista de la Rádio Bandeirantes y asume que a veces se aburre. Que hay muchos partidos muy malos como para sostener la atención durante 90 minutos. Claro, jugó con Maradona. “Convivía con la genialidad”, suelta en un momento para subrayar de qué se trataba entrenarse con Maradona. Él, un hombre que estará grabado para siempre en el sentimiento napolitano, integrante de la delantera ‘MaGiCa’, el tridente Maradona, Bruno Giordano –hoy, de 65 años, comentarista del canal televisivo La7– y Careca.
“Era muy difícil ser Diego Maradona dentro y fuera de una cancha. Y en una Nápoles tan pasional, más. El día a día de esa ciudad era una locura. Intentar salir a pasear era una aventura. Los tifosi hacían guardias en la puerta de su casa y de alguna manera, Diego estaba como preso. Nos divertíamos en cierta forma: para salir, lo hacía disfrazado hasta con barbas postizas o escondido en el baúl del auto. Sí, se metía en mi auto, salíamos, hacíamos varias cuadras y después salía y se pasaba a otro auto”, cuenta Careca, que cuando cerró su carrera tuvo su partido despedida el 23 de febrero de 1999… ¿en Brasil? No, en un estadio San Paolo –hoy Diego Armando Maradona– colmado. Los hinchas deliraron con el “Ué Caré, Caré, Caré… ¡tira la bomba, tira la bomba!”, el cantito que siempre le habían regalado al goleador con admiración.
Sin Maradona, suspendido, Careca dio la cara por Napoli. Con el brasileño como referencia, el club del Sur terminó cuarto en la temporada 1991/92, pero en la siguiente, la 92/93, no pudo sostener a un equipo que comenzaría a desarrancarse y esa estación finalizó en el puesto 11°. Tenía 33 años y entonces entendió que su vida debía continuar en Japón.
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