DAME MÁS GASOLINA. POR MATTÍAS MERAGELMAN

DAME MÁS GASOLINA. POR MATTÍAS MERAGELMAN
noviembre 05 13:01 2023

La falta de combustible fue el tema de la semana en La Rioja y el país. Las razones, la contradicción del voto sobre el rol del Estado, la presión de las petroleras y el tema tabú para todos los Gobiernos: los márgenes de ganancia de las empresas.


En una sociedad atravesada por el consumo como uno de sus vectores centrales, la palabra desabastecimiento es sinónimo de caos, una lógica preocupación y también la construcción de una paranoia colectiva.

Con diferentes matices y significados, en los últimos años tuvimos: el caso del papel higiénico antes del aislamiento, el barbijo o el alcohol en gel durante la pandemia o el paracetamol cuando el dengue arreciaba y ese producto no se conseguía en las farmacias.

Estos días fue el turno de la nafta.

Siempre que surge un conflicto de estas características las causales son múltiples, los responsables difíciles de visibilizar y por detrás aparecen algunos que se aprovechan para ampliar sus márgenes de ganancia.

Al tomar en dólares su precio, la nafta argentina es la más barata de la región. Y entonces en la combinación que el dólar oficial quedó nuevamente muy desfasado del ilegal y que exportar es mucho más negocio que comerciar en el mercado interno, a las empresas petroleras no les conviene vender en Argentina.

En ese contexto el Gobierno cometió un error clave. Ya desde hacía semanas se sabía que la conjunción entre el movimiento turístico por el fin de semana largo y la especulación por un inminente aumento de precios posterior a las elecciones generales, había provocado un incremento del consumo que los más cautos habían ubicado en un 15%.

Si sabían que existía ese combo: ¿Cómo se llegó hasta una situación extrema en la cual la falta de nafta se profundizó de la mano del miedo y por ende un consumo preventivo y por encima de la media habitual? La reunión de la secretaria de Energía de la Nación con las petroleras o la amenaza del ministro/candidato Sergio Massa de no dejarlos exportar, podría haber ocurrido antes y por ende no llegar tan lejos en la crisis. ¿Inocencia o inoperancia? En cualquier caso hubo un error grave.

Y aquí aparece otro elemento más a considerar: la contradicción de nuestro voto.

Si uno suma los votantes de “Juntos por el Cambio” y de “La Libertad Avanza” se encuentra con dos tercios del electorado que eligieron opciones que proponen una disminución o la eliminación de la presencia del Estado en la economía. Ahora, cuando falta combustible la población se enoja con el Gobierno porque no controla a las empresas.

Está claro que detrás de ese proceso también existe una nueva manifestación de la crisis de representación, porque la sociedad en su enojo con los fracasos de la dirigencia y con la creencia de que la corrupción es la principal problemática del país, termina mezclando ambos problemas y por ende sus lógicas broncas.

Hay un antecedente interesante. En el año 2018 la gestión del ex presidente Mauricio Macri desreguló el mercado de los combustibles y sus precios. En el año siguiente las empresas aumentaron libremente 17 veces el precio de la nafta y todas las veces lo hicieron de manera coordinada entre las petroleras. Libre mercado y oligopolio son palabras que en algunos rubros van de la mano.

Más allá de la falta de previsión del Gobierno, la desesperación de la población que en algunos casos solamente generó un consumo preventivo e innecesario y el desfasaje que se generó entre el mercado interno y el externo por la devaluación. No se puede pasar por alto el factor especulativo.

El conflicto comenzó a días de la finalización del acuerdo de precios que estaba vigente y su solución coincidió con la autorización de un incremento del 10%. Difícil creer en las casualidades en este tipo de temas.

Desde el retorno de la democracia hay un tema tabú que cruza todos los gobiernos y nadie pone en debate: los márgenes de ganancias de las empresas. Nunca se puede conocer por qué los productos cuestan lo que cuestan y tampoco qué porcentaje de ganancia se lleva cada uno de los eslabones de un sector, no se analiza la cadena de valor de ningún producto o sector. Esto se aplica a las cuotas de los colegios privados subvencionados por el Estado, al precio de la nafta, al costo de un litro de leche y a lo que cobran las empresas constructoras por metro cuadrado de vivienda social construida.

No se trata de comunismo sino de avanzar en un capitalismo que no sea salvaje, que respete la propiedad privada pero teniendo en cuenta márgenes lógicos de ganancia que al mismo tiempo fomenten la existencia de consumidores en condiciones de comprar. Lo hacen Italia, Suecia o Estados Unidos, solamente por mencionar países que claramente creen en el sistema capitalista.

¿Qué margen de ganancia debe tener un empresario para poder guardar su producto y no venderlo a la espera de que salga más caro? Evidentemente no estamos hablando de un pequeño comercio o de una Pyme, estamos hablando de alguien que tiene la suficiente espalda financiera para no vender su producto porque llega holgadamente a fin de mes.

La crisis de representación también es parte del trasfondo de este conflicto.

La ausencia de combustible es endilgada al Estado por falta de controles por una sociedad que después vota libre mercado y menos regulaciones. Eso no es casual, esconde que desde hace años responsabilizamos por todo a la clase dirigente (la dirigencia hizo muchísimo para que así sea) y nunca se pone la lupa en los verdaderos dueños del poder económico del país. Esos que cuando quieren lo paralizan y dejan de a píe.

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