Desde la vicerrectora Marita Corzo hasta gremios docentes y no docentes repudiaron la resolución rectoral 938 que a entender de todos estos actores afectaba derechos laborales y económicos, entre otros, de trabajadores. Fue anulada tras el rechazo masivo.
El sábado salió a la luz una polémica Resolución Rectoral, la número 938, que despertó indignación en los distintos actores de la UNLaR y nuevamente dejó en off side al rector Daniel Quiroga.
La misma especificaba, por ejemplo, la suspensión en el escalafón docente del ingreso de novedades hasta marzo de 2023: ello implicaba poner en el freezer nuevas designaciones, incrementos por dedicación, promoción por fines de fortalecimiento de la carrera, suplencia por cargos de mayor jerarquía o coberturas por vacancias definitivas por jubilaciones, fallecimientos o renuncias.
A su vez, para el sector no docente implicaba algo similar y también la suspensión de designación de personal no escalafonado, lo que generó un malestar generalizado que alcanzó desde los gremios hasta la propia vicerrectora de la UNLaR, Marita Corzo quien salió a cruzar con dureza al Rectorado y obviamente a Daniel Quiroga.
«Manifiesto mi total desacuerdo con la inconsulta resolución rectoral», indicó Corzo sin medias tintas y fue más allá: «desconoce el contenido de los convenios colectivos de trabajo» de sectores docentes y no docentes, señaló la vicerrectora y pidió que «el acto administrativo sea subsanado».
Por su parte, por ejemplo el gremio SIDIUNLAR repudió la resolución y sostuvo que «ponemos de manifiesto la INCONSTITUCIONALIDAD y NULIDAD de la mencionada Resolución por pretender afectar Derechos Esenciales (laborales, económicos y de salud) de nuestros afiliados».
A ellos se sumaron otros gremios no docentes quienes vía redes sociales rechazaron y amenazaban con comenzar a organizarse y protestar en contra de la normativa rectoral y en pleno sábado a través de un escueto comunicado, la cúpula de la UNLaR daba una nueva marcha atrás a sus medidas.
Desde el inicio de la nueva gestión la Universidad Nacional de La Rioja viene complicada. Se vive en un limbo donde la actual administración de Daniel Quiroga parece no poder arrancar y donde además las amañadas alianzas que le permitieron llegar a ese lugar parecen cada vez más deterioradas.
De hecho este sábado quedó claro un nuevo cortocircuito entre el rector y su vicerrectora, que juegan a dos puntas distintas en lo político. Por un lado Quiroga apuesta a sus relaciones nacionales que por ahora aún no le permitieron recibir el financiamiento que sostienen necesitar y por el otro Corzo que apuesta fuerte a sus relaciones con pesos pesados del gobierno provincial.
En el medio los trabajadores y alumnos que ven una universidad que para muchos aún no pudo encontrar el equilibrio tras una gestión de Fabián Calderón que también terminó muy golpeada, lo que se suma a una pandemia, lo que hace un combo explosivo que para especialistas impacta y fuerte en lo más importante, que es su calidad académica.
Puede que este 2023, con un Presupuesto Nacional que se prevé que tenga luz verde en el Congreso y asegure fondos para la universidad, pueda aplacarse esta marcha y contramarcha de la actual gestión que necesita poner primera definitivamente por el beneficio de miles y miles de estudiantes y de una Casa de Altos Estudios que en los últimos años viene destacándose más por las malas noticias que por las buenas.
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