El proceso inflacionario es la principal preocupación de l@s riojanos. La estrategia salarial del Gobierno está en crisis de la mano del aumento de precios. Las razones por las cuales julio puede quedar muy lejos y el reclamo que se viene por parte de los gremios. Por Mattías Meragelman.
Estamos acostumbrad@s a leer encuestas, pero también a sentir que esas mediciones no expresan los problemas que la mayoría de la población realmente siente como importantes. Sin embargo, eso no está pasando en la actualidad.
Todas las encuestas reflejan que la principal preocupación de l@s argentin@s es la inflación, el aumento de los precios. Y cuando un@ se pone a conversar con cualquier amig@, compañer@ de trabajo o algún familiar, confirma esa apreciación que plantean las mediciones: los números no le cierran a nadie.
Los datos son elocuentes y contundentes. En los últimos 12 meses en La Rioja los precios aumentaron en promedio un 58,2%, mientras que en el primer cuatrimestre de este 2022 ya se ubicaron en un 23,9% acumulado.
Y quizás hay un elemento más que evidencia la gravedad del problema: marzo y abril de este 2022 fueron las dos mediciones mensuales más altas de los últimos 20 años.
De la mano de ese incremento constante de los precios, la estrategia salarial del Gobierno provincial entró en crisis.
La gestión de Ricardo Quintela aplicó hasta el momento un aumento de haberes del 26%, lo cual los coloca por encima de la inflación generada hasta abril.
Sin embargo, el próximo incremento del 10% será en el mes de agosto, cuando se cobre el salario de julio. Es decir, que las subas de precios de mayo, junio y julio horadarán de manera muy significativa el poder de compra de los sueldos de l@s trabajador@s estatales.
Eso sin mencionar la realidad de l@s precarizad@s, que tienen previsto una suba de 11 mil pesos en todo el año, cuando la Canasta Básica ya incrementó en los primeros cuatro meses del año su valor más de 21 mil pesos.
Es por ello que en las horas previas al aniversario de la ciudad Capital se hará público un reclamo de varios sindicatos estatales pidiendo una urgente medida salarial. Los gremios están consensuando el contenido del documento y solicitando una audiencia con las máximas autoridades de la Provincia.
Este reclamo público se agregará a la movilización que la multisectorial, que nuclea a otros sindicatos, tiene prevista para la semana siguiente.
En este punto, también será interesante ver el nivel de convocatoria que los gremios alcanzarán y si el reclamo que se escucha en cualquier mesa de café logra trasladarse a las calles.
A los pocos días de asumir como mandatario provincial, el Gobernador Ricardo Quintela le dejó muy claro a su equipo económico cuáles eran sus objetivos en materia de administración pública: que los sueldos le ganen a la inflación y que haya pases masivos a planta para terminar con la precarización.
Los pases a planta son una realidad con la que viene cumpliendo parcialmente. El último dato oficial es de finales del año pasado y determina que más del 10% de los precarizad@s que existían en diciembre de 2019 hoy son trabajador@s con todos sus derechos adquiridos. Un proceso que especialmente en el Ministerio de Salud fue amplio.
La recuperación del poder adquisitivo es otro tema.
En el 2020 el salario mínimo quedó 16,5% por debajo de la inflación y las categorías más altas todavía mucho más lejos. Pero no ocurrió lo mismo en el 2021, cuando l@s estatales se ubicaron entre 7 y 8 puntos por sobre el aumento de precios.
¿Qué pasará en el 2022? Es la pregunta obvia y quizás la de más difícil respuesta.
Con los fondos extras sin actualización, el propio Gobierno reconoció públicamente que hasta julio no habría modificaciones en el esquema de aumentos que se presentó a finales del año pasado. Quizás la única certeza a esta altura es que el 52% anunciado para todo el año no alcanzará, porque la inflación cerrará en el mejor de los casos cerca del 60% anual.
Tantas décadas de inflación permiten por lo menos tener claro una cosa: el aumento de precios es multicausal. Y esa comprensión hace evidente que en este país ya no es solamente un problema económico, sino también uno cultural.
Empresari@s abusiv@s, una cadena de valores que nadie se anima a discutir en serio, ciudadan@s especulador@s, una interna del Gobierno nacional que solamente genera más ruido en la economía, la guerra en Europa y economistas que a veces parecen solamente repetir discursos que vienen formateados desde tierras muy lejanas, son causas que se pueden mencionar. Pero ante ese cóctel, el Estado argentino, las provincias y la clase dirigente en general llevan años de fracasos en su rol de contralor de la sociedad.
En este sentido, hace un par de semanas el gobernador de Buenos Aires y ex ministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof, se despegó de la crisis inflacionaria en su rol de mandatario provincial: “El grueso de la economía es tarea de Nación. Lo que podemos hacer es acompañar, complementar, poner paliativos. Porque la Provincia no tiene los instrumentos de la administración nacional. Tenemos que asegurar el acceso a los alimentos y que se cumplan los acuerdos”.
Está claro que el Gobierno provincial puede argumentar lo mismo y que es inclusive hasta más válido por la mínima injerencia de La Rioja en la economía nacional. En La Rioja no se forman los precios.
Sin embargo, también es cierto que esa verdad económica no alcanza ni es suficiente cuando la góndola y sus precios golpean de manera directa nuestras expectativas de consumo. Y entonces queda claro que los números no cierran.
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