Más del 50% de los argentinos afirmó que en reuniones «cara a cara» la otra persona «se pone a chequear el celular en medio de la conversación», acción denominada «phubbing» y que puede convertirse en una forma de «destrato», según un informe divulgado hoy por una universidad argentina que aborda los comportamientos vinculados con la «adicción a la tecnología».
«Si bien el celular puede ser un instrumento que conecte a las personas, existe un riesgo de que, por no poder dejar de prestarle atención en medio de interacciones sociales, uno destrate a quien tiene enfrente», describió la investigación de la Universidad Siglo 21, que definió «destrato» como una «forma leve de maltrato social».
El uso de celulares «se ha naturalizado tanto, que tomamos como algo normal el estar comiendo con alguien o en alguna actividad cara a cara y mirar el teléfono permanentemente, como si no tuviésemos a nadie adelante», señaló a Télam Laura Jurkowski, psicóloga y directora del centro especializado en adicciones a Internet «Reconectarse».
A su vez, «las nuevas tecnologías de comunicación e información (TICs) están diseñadas para captar rápidamente nuestra atención, por eso estamos continuamente a punto de distraernos», remarcó a Télam Carlos Sponton, coordinador del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales en la Universidad Siglo 21 y coautor de la investigación.
De acuerdo con el estudio, el 57,7% de los encuestados afirmó que en conversaciones cara a cara, en el ámbito familiar y también entre amigos, «la otra persona se pone a chequear el celular en medio de la conversación».
En tanto, el 13,3% asumió que «interrumpe conversaciones familiares y con amigos» para chequear su móvil.
Ese comportamiento se relaciona con la conducta de «no poder separarse del teléfono», denominada «nomofobia», término que proviene del anglicismo «no mobile phone phobia» y que se refiere a la «ansiedad o miedo irracional a quedarse sin acceso a ese dispositivo».
«De ahí derivan conductas impulsivas y de apego extremo, poco controlado y ansioso de chequeo permanente de las redes sociales», subrayó la investigación.
De hecho, el 35% de los encuestados reconoció que «chequea el celular aunque no haya sonado», mientras que el 21,5% «cree que su celular ha vibrado y cuando chequea verifica que no vibró».
Asimismo, uno de cada cuatro encuestados señaló sentir «un impulso interno que le obliga a utilizar esas tecnologías en cualquier lugar y momento».
Esa acción de chequear permanentemente los dispositivos mientras se participa de una conversación cara a cara puede generar que el otro se sienta «ignorado o no tenido en cuenta», sostuvo Jurkowski, por lo que recomendó «silenciar algunas alertas y notificaciones de mails y redes».
En el caso de que una persona esté «esperando, por ejemplo, una llamada importante, puede decirle a quien tiene adelante ‘Perdoname, tengo el teléfono aquí, puede ser que en cualquier momento nos interrumpa'», sugirió la especialista.
También aconsejó que en caso de no poder evitar chequear muy seguido, una opción es «pedir disculpas o permiso», para «atenuar algún impacto negativo en la otra persona».
«Hay que aprender a regular la compulsión a chequear el celular y disminuir el impulso de estar permanentemente revisando las redes», completó Sponton.
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