POBREZA NAO TEM FIM. Por Mattías Meragelman

POBREZA NAO TEM FIM. Por Mattías Meragelman
septiembre 29 08:19 2024

El aumento de la pobreza en la ciudad Capital en el primer semestre del año es el resultado directo del proceso inflacionario sin recuperación de los salarios y queda claro que el ajuste no lo está pagando la casta. El grado de responsabilidad de LLA y PJ.


En los primeros seis meses del año las tasas de pobreza e indigencia aumentaron muy significativamente en la ciudad Capital de La Rioja.

Según los datos oficiales del INDEC, la pobreza afectó hasta junio al 66,4% de la población de la ciudad más poblada de la Provincia. Mientras que la indigencia se ubicó en el 15%. Las últimas cifras que se conocían correspondían a diciembre del 2023, cuando la pobreza golpeaba al 51,6% de los habitantes de Capital y la indigencia al 9.7%.

En Argentina esta tasa se mide por ingresos, entonces depende de la cantidad de recursos que una familia tenga mensualmente se considera si está por debajo de la línea de la indigencia o de la pobreza.

De esa manera, la salvaje devaluación de diciembre pasado del 120%, su correlato en aumentos de precios y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, disparó todos los indicadores vinculados a los niveles de pobreza en el país y en la Provincia. Es la peor cifra en 20 años.

“La Libertad Avanza” intentó en las últimas horas responsabilizar a las gestiones anteriores de lo ocurrido y dijo que sin las medidas que se tomaron la realidad hubiera sido peor.

Sin embargo, los números son elocuentes. En solamente seis meses de gestión la pobreza en la Provincia creció 15 puntos y la indigencia aumentó casi un 6%. Mientras que en el promedio del país se incrementó un 12% la cantidad de pobres y la indigencia un 6%. Los números matan el relato. 

En once encuestas nacionales que se conocieron previamente al dato del organismo nacional de estadísticas y censos, la imagen del presidente de la Nación había caído y por primera vez el diferencial entre imagen positiva e imagen negativa dejaba en todas un margen negativo para el economista devenido en primer mandatario.

¿Se termina la luna de miel entre el Gobierno nacional y un amplio sector de la sociedad que todavía lo respaldaba? Es difícil afirmarlo solamente por los resultados de las mediciones de imagen de septiembre, lo que sí está claro es que con esta realidad económica la confianza en “las fuerzas del cielo” comienzan a perder Fe.  

El peronismo tampoco puede negar su responsabilidad en lo que está pasando.

Hay un dato muy elocuente que dejó el último informe de pobreza del INDEC y que expone a las gestiones Justicialistas provinciales. La Rioja -con un 66,4% de pobreza- es una de las tres ciudades con la tasa de pobreza más alta del país, solamente la superan Resistencia (76,2%) y Formosa (67,6%).

Desde 1983 todos los gobiernos provinciales fueron peronistas y se podrá discutir mucho sobre matices o características de las gestiones, pero no se puede negar que en estos años no se pudo romper la lógica de depender de los fondos nacionales y que el empleo público sea la principal fuente de ingresos de la mayoría de los riojanos.

Si los sueldos de los estatales son de los más bajos del país desde hace décadas, está claro que la mala calidad salarial impacta de manera directa y provoca que cualquier decisión negativa que se tome a nivel nacional termine repercutiendo más fuerte en provincias como La Rioja y los números así lo demuestran. Una economía nacional en recesión provoca que baje la recaudación y por ende lleguen menos recursos reales a La Rioja.

Sin discutir la crisis de representación y que una mayoría de los riojanos cree que los recursos estatales se administran mal (ya se mencionó ese punto muchas veces en este mismo espacio periodístico), mucho antes de la llegada de Javier Milei a la “Casa Rosada” en La Rioja la pobreza ya era un gran problema.

El ex gobernador Luis Beder Herrera llegó a afirmar durante su gestión que en La Rioja el 80% de la población era pobre, aquello pareció una exageración que buscaba reflejar la comparación con otras provincias. Sin embargo, los números de esta semana lamentablemente confirman estadísticamente esa afirmación del ex mandatario, porque con un 66,4% de pobres y un 15% de indigentes, queda demostrado que solamente 2 de cada 10 capitalinos están por encima de la Línea de pobreza.

El INDEC únicamente mide la ciudad Capital, no incluye números del interior provincial. Sin embargo, en general los salarios en el interior suelen ser igual o inclusive un poco inferiores que en la ciudad más habitada de la Provincia. De esa manera, aunque no existen cifras oficiales, es casi un hecho que los niveles de pobreza son todavía más altos en los restantes 17 departamentos.

A veces las cifras frías de la economía no alcanzan y se deben pensar otras formas de abordar el tema. Es por eso que es interesante retomar los pensamientos de Martín Maldonado, investigador del CONICET y Doctor en Ciencia Política.

“La pobreza en el mundo está cambiando rápidamente su naturaleza, su esencia y Argentina no es la excepción a la regla. A la pobreza argentina del siglo XX caracterizada por falta de ingresos, por carencias materiales y por deficiente acceso a infraestructura básica se suman en el siglo XXI nuevas formas de pobrezas de tipo relacional y simbólico”, indica.

Al ampliar la idea el especialista en inclusión social, detalla que en estas nuevas formas de pobreza se “incluyen situaciones como imposibilidad de acceso a un medio ambiente sano, falta de acceso a la tierra y a la vivienda, segregación urbana, exclusión social y violencia sistémica, baja empleabilidad y precarización del empleo, muy baja calidad de la educación y de la cobertura médica, insuficiencias nutricionales, malestar psicofísico, inequidades de género, escaso tiempo libre, muy poco acceso a la cultura y al esparcimiento sano, baja participación política y comunitaria y pobre calidad de las relaciones entre las personas, entre otras, todas estas dimensiones caracterizadas por un factor común: lo precario”.

La pobreza es mucho más que una cifra, es una realidad que tiene múltiples formas y que termina generando en distintos ámbitos de la sociedad un sentimiento de frustración. No es solamente que el 66,4% es pobre, es mucho más significativa por su impacto social y emocional.

Una gran parte de la comunidad no accede a lo que desea y que siente lógicamente que le correspondería acceder, ocho de cada diez capitalinos viven en una profunda precariedad. Y como dijo Sigmund hace un siglo: “Los deseos que no se alcanzan no desaparecen, se reprimen internamente”. Con estos niveles de insatisfacción y frustración colectiva estamos construyendo un clima social impredecible en sus consecuencias.

En diciembre del 2015 cuando le tocó asumir como presidente, Mauricio Macri hizo a la comunidad un planteo muy interesante. El titular del Pro solicitó que su gestión presidencial sea medida por si existían más o menos pobres al finalizar su mandato.

El primer semestre de gestión libertaria generó en La Rioja entre enero y junio 35.400 nuevos pobres y 14.100 nuevos indigentes. En el país son más de cinco millones que cayeron en la pobreza en seis meses.

La respuesta al paradigma de Macri es obvia.   

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