En un final que resultó más reñido que lo esperado, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil frente al actual mandatario, Jair Bolsonaro, pero no le alcanzó para evitar una segunda vuelta, que se realizará el 30 de octubre.
Con el 97,99 de los sufragios escrutados, Lula se alzaba con el 48,01% de los votos, mientras que Bolsonaro, en una elección no anticipada por ningún encuestador, llegó al 43,56%, según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE), que en su página colocó un cartel que decía «elección matemáticamente definida (segunda vuelta).
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Para ganar en primera vuelta se necesita el 50% más uno de los votos. Si ninguno de los candidatos alcanza esa cifra, la presidencia de Brasil se define a través de un balotaje.
El Tribunal Superior Electoral contabiliza solo los votos válidos para elegir presidente; es decir, no incluye los sufragios en blanco ni los anulados.
La campaña del Partido de los Trabajadores (PT) cree que hubo un «voto silencioso» a favor de Bolsonaro que no detectaron las encuestas, que le daban a su candidato entre el 50% y 51% de las intenciones.
«Se esperaba un voto silencioso hacia el presidente, que debería tener más del 36% de los votos. La campaña fue atípica por eso», señaló uno de los históricos dirigentes del PT que habló en condición de anonimato.
El dirigente comentó que la expectativa es que los votos en los lugares en donde el PT debería recuperar terreno corresponden a los estados del nordeste, especialmente los más populosos, como Pernambuco, Ceará y Bahía.
El equipo de campaña de Lula siguió el escrutinio en el hotel Novotel Jaraguá, de San Pablo; mientras que Bolsonaro estuvo siguiendo el resultado desde el Palacio de Alvorada, la residencia oficial en Brasilia, después de haber votado en Río de Janeiro durante la mañana.
Las mesas abrieron puntualmente a las 8 y cerraron cerca de las 17, aunque muchas de ellas continuaron abiertas a la espera de que se acercaran a votar los ciudadanos que estaban formando fila a esa hora.
La jornada, que transcurrió sin mayores incidentes, se caracterizó por la gran afluencia de los ciudadanos, en su mayoría ataviados con ropa verde y amarilla o roja, según fueran simpatizantes de Bolsonaro o de Lula, que convivieron en paz en las largas filas formadas frente a los colegios.
El ex mandatario votó cerca de San Pablo, en donde forjó su actividad sindical y política en las décadas del 70 y del80 y lideró el mayor movimiento obrero contra la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.
Más de 156 millones de brasileños estaban habilitados para participar de unos comicios en los que además se eligieron los gobernadores de los 27 estados, 21 senadores, 513 diputados federales y más de 1.000 legisladores regionales.
El voto en Brasil es obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 69 años, en tanto que es opcional para los que tienen entre 16 y 17 y para los mayores de 70.
El ganador asumirá la presidencia el 1° de enero de 2023.
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